“Estas prácticas no desaparecen. También se cree que pertenecen a las áreas rurales cuando no es así. En el gran San Miguel de Tucumán se siguen sosteniendo y se siguen reproduciendo”, afirmó Denisse Oliszewski, doctora en Ciencias Sociales cuya tesis se enfocó en la reproducción del curanderismo urbano. La especialista explicó que, de acuerdo a su investigación, el curanderismo se encuentra profundamente arraigado en la sociedad tucumana.

Afirmó que los usuarios -como denomina Oliszewski a quienes acuden a los curanderos- pueden involucrarse en estas prácticas por diversos motivos. “Los usuarios frecuentes son los que se criaron o han vivido en un ambiente en que esto era común. Es decir, si tu mamá te llevaba al curandero vos vas a llevar a tus hijos”, explicó. Clara Belén, quien recurrió a estas prácticas en diversas ocasiones, podría ser incluida dentro de esta categoría. “Mis nietos, mis bisnietos, todos han ido a parar a ella (una curandera). Y todos han sido sanados”, sostuvo.

Por otro lado, describió a los denominados “usuarios esporádicos”. “Ellos son los que llegan a la práctica por recomendación de otras personas, y generalmente acude una vez que no obtuvo soluciones mediante otros caminos terapéuticos”, detalló. De acuerdo a Juana Duarte, vecina de La Rinconada, su hijo recurrió a una curandera por indicación de su padre. “Vino una vez porque mi marido le dijo. Me decía ‘mamá, que bien me ha hecho la señora’”, relató.

Oliszewski agregó que el sistema de creencias de una persona suele ser un factor determinante al momento de optar por acudir a un curandero. “La religión es inherente a la práctica del curanderismo, no se pueden pensar separadas”, sostuvo.

La especialista, becaria post doctoral de Conicet, aclaró que, aunque gran parte de la población del NOA es cristiana -y los curanderos suelen practicar la religión católica-, estos “terapeutas” no hacen distinciones respecto a la fe que profesen los usuarios. “No interesa la religión del paciente. El curandero no le pregunta jamás al paciente en qué cree o a qué religión pertenece”, afirmó. “Pero ese curandero sí da por sentado que de alguna manera cree en Dios o que algún tipo de fe tiene. ‘Si viene a mí, es porque en algo cree, no me interesa en qué’”, ejemplificó.

Su autopercepción

Manuel, quien afirma que puede curar diversas dolencias tales como la caída de la paletilla y el empacho, rechazó el término “curandero”. “Yo sólo creo que la fe hace muchas cosas”, explicó. Según Oliszewski, esta reticencia es frecuente en los protagonistas de estas prácticas. “Quizás esta persona no se autodenomina como curandera, que es justamente una de las características propias de la práctica del curanderismo. Valga quizás este trabalenguas de palabras”, relató la investigadora.

“Estas personas no se autorotulan de esa manera porque sienten que tienen un don o una capacidad que fue otorgado por Dios y que ellos son solamente mediadores”, explicó. “Dicen ‘yo en realidad no curo, el que cura a través mío es Dios’, ellos solo se consideran el pasaje o el puente hacia la curación entre Dios y la fe de la persona”, concluyó.